
La razón se encuentra en las mediciones de la gran pirámide de Giza que llevaron a cabo en 1865 el astrónomo real de Escocia Charles Piazzi Smyth, quien basado en dichas mediciones sugirió que la pirámide había sido diseñada empleando una unidad a la que llamó pulgada piramidal, equivalente a 1,001 pulgadas británicas y basada en el codo bíblico.
En 1864 se hizo una propuesta oficial en la que el Reino Unido debería introducir el sistema métrico, pero Smyth se opuso públicamente a tal cambio, pues creía que el arquitecto de la gran pirámide tuvo que haber sido un patriarca del Antiguo Testamento que había sido guiado por Dios, y en consecuencia la pulgada era una orden divina, en contraposición al sistema métrico de los franceses, los cuales eran, a decir de Smyth radicales y ateos.
Smyth también postuló que tras las medidas en pulgadas de la gran pirámide había ocultas algunas profecías, como la fecha del fin del mundo: 1881. Obviamente se equivocó, y entonces propuso otras fechas alternativas.
La Royal Society rechazó la publicación de su artículo sobre el tema, lo que condujo a Smyth, desengañado, a renunciar como astrónomo real de Escocia en 1888.
Por cierto, la pulgada, en el siglo X, se estableció como la distancia que había entre el nudillo y el dedo pulgar del rey Edgardo, es decir, la longitud del pulgar. Esta medida se estableció con un valor equivalente a 2,54 cm.
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