Curiosidades acerca de Charles Babbage, el padre de la informática moderna

Charles Babbage nació el día de san Esteban de 1791, casi al final del siglo que había comenzado con Isaac Newton. Su casa se situaba en la ribera sur del Támesis en Walworth, Surrey, que por entonces aún era una aldea rural, aunque el Puente de Londres estaba a menos de media hora de paseo. Era hijo de banquero y nieto de orfebres.
  • La primera vez que Babbage empezó a imaginar máquinas futuristas fue a raíz de una visita con su madre al Museo Mecánico de John Merlin, en Hanover Square, que estaba repleto de mecanismos de cuerda y cajas de música, e incluso simulacros de seres vivos: por ejemplo, un cisne metálico inclinaba su cuello para pescar un pez también de metal, movido por palancas y motores ocultos.
  • A pesar de que ingresó en 1810 en el Trinity College de Cambridge, el reino de Isaac Newton, enseguida quedó decepcionado con el nivel educativo, pues Babbage ya sabía más acerca de las últimas novedades que sus profesores. Por ello leyó mucho por su cuenta, incluso libros extranjeros, pues los conocimientos de los expertos ingleses se le quedaban cortos. En una librería especializada de Londres consiguió, por ejemplo, la Théorie des fonctions analytiques de Lagrange y el Cálculo diferencial e integral de Lacroix.
  • Junto a un grupo de amigos fundó el Club del Fantasma, dedicado a reunir pruebas a favor y en contra de los espíritus ocultos.
  • Con el título Observaciones sobre los alborotos de la calle, escribió este tratado en el que estimaba que una cuarta parte de sus capacidades laborales habían menguado debido a la contaminación acústica de la urbe, y concluía:
Aquellos cuyas mentes están totalmente ociosas acogen la música de la calle con satisfacción, porque llena la vaciedad de su tiempo.
  • También envió una serie de cartas obcecadas y reiterativas al Times proponiendo la creación de un Decreto Babbage que reprimiese cualquier forma de disturbio de la tranquilidad pública. La gente se burló de Babbage y disfrutaba atormentándolo, pagando para que se agolpasen bajo su ventana violinistas, payasos, equilibristas, marionetistas, acróbatas sobre zancos, predicadores fanáticos y hasta falsas bandas de música con instrumentos desafinados.
  • Era un hombre de inmensa curiosidad. Todo era objeto de su investigación, y cultivaba toda clase de aficiones: descifrar jeroglíficos, forzar cerraduras, estudiar los anillos de crecimiento de los troncos… o incluso el funcionamiento del correo. En este particular, Babbage estudió la economía postal para hacer un descubrimiento contraintuitivo: que el coste más importante de los envíos de paquetes de papel venía determinado no ya por el transporte físico, sino por su “verificación” (el cálculo de las distancias y el cobro de las cuotas adecuadas). Babbage, pues, fue el inventor de la moderna idea de las tarifas postales estandarizadas.
  • La curiosidad inacabable de Babbage, así como su disposición para aprender, le hizo valedor de toda clase de conocimientos que nadie antes había relacionado. Probablemente ello le condujo a concebir una máquina que se adelantó un siglo a su tiempo. Algunos de esos conocimientos eclécticos que Babbage adquirió en su deambular por fábricas y talleres los enumera James Gleick en el libro La información:
Se convirtió en todo un experto en la manufactura de los encajes de Nottingham; y también en el uso de la pólvora en las canteras de caliza; en el corte de precisión del vidrio con diamante; y en todos los usos conocidos de maquinaria para producir energía, ahorrar tiempo, y efectuar comunicaciones de señales. Analizó prensas hidráulicas, bombas de aire, contadores de gas, y terrajas. Al final de su gira sabía más que cualquier otra persona en Inglaterra sobre la fabricación de alfileres. Su conocimiento era práctico y metódico. Calculaba que medio kilo de alfileres necesitaba el trabajo de diez hombres y mujeres durante al menos siete horas y media, tensando, enderezando y afilando el alambre, enroscando y cortando las cabezas de los rollos, estañando y blanqueando el producto, y finalmente envolviéndolo. Calculó el coste de cada fase en millonésimas de penique. Y anotó que todo este proceso, una vez perfeccionado, tenía los días contados: un americano había inventado una máquina automática para realizar la misma tarea más deprisa.

  • Como prueba de cómo funcionaba la mente de Babbage, y la razón de que le empujaba a creer que una máquina podría codificar el mundo, consideraba que la realidad estaba compuesta por constantes, y él las recolectaba por doquier:


Inventó una metodología estadística con tablas de esperanza de vida para el mundo, por lo demás siniestro, de los seguros de vida. Elaboró una tabla del peso en granos Troy por metro cuadrado de diversos tejidos: batista, calicó, nanquín, muselina, gasa de seda, y “velos de oruga”. Otra tabla ponía de manifiesto la frecuencia relativa de todas las combinaciones de letras dobles en inglés, francés, italiano, alemán, y latín. Investigó, computó y publicó una Tabla de la Frecuencia Relativa de las Causas de que se rompan las Ventanas de Vidrio Plano, enumerando cuatrocientas sesenta y cuatro motivos, de los cuales ni más ni menos que en catorce intervenían “borrachos, mujeres o niños”. 

Fallecido en Londres en 1871, el autor de su obituario en The Times lo declaró “uno de los pensadores más originales y activos”. Un panegirista americano dijo sobre él: “Sentía un gran deseo de investigar las causas de las cosas que asombran a las mentes infantiles. Destripaba juguetes para descubrir la manera que tenían de funcionar.

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