En ocasiones, a la hora de realizar un cálculo racional sobre los riesgos que nos rodean, nos tira más la pasión o nuestro sesgo cognitivo favorito, en no damos ni una. Invertimos tanta energía en temer a determinadas cosas improbables, como morir de un atentado terrorista o en un vuelo comercial, que ignoramos cuán peligrosa es la comida.
No me refiero a la comida poco saludable, sino a simple comida que nos mata atragantándonos. Como el hueso de un muslo de pollo, que se lleva por delante cada año a un buen número de comensales.
El pegajoso mochi de pasta de arroz, un dulce tradicional del Año Nuevo japonés, por ejemplo, mata a alrededor de una docena de personas al año. Junto al pez fugu, es uno de los platos más peligrosos del mundo. Jennifer Long, profesora de cirugía de cabeza y cuello de la Universidad de California, en Los Ángeles, llegó a declarar que las salchichas eran un problema de salud pública.
En el caso de los niños, los atragantamientos son mucho más peligrosos. Y no hace falta que se atraganten con juguetes: muchos alimentos son más peligrosos que los juguetes, tal y como explica Mary Roach en su libro Glup:
Los alimentos redondos son particularmente traicioneros porque encajan con la forma de la tráquea. Si, por ejemplo, una uva se va por el lado erróneo, bloquea el tubo tan completamente que no permite pasar aire en absoluto. Es mejor que un niño se trague un animal de corral de plástico o un soldadito de juguete, porque su aire puede pasar entre sus piernas o alrededor de su rifle. Salchichas, uvas y caramelos redondos ocupan los tres primeros puestos de una lista de alimentos asesinos publicada en el número de julio de 2008 de la International Journal of Pediatric Otorhinolaryngology (…) Un caramelo llamado Lychee Mini Fruity Gels ha causado tantas muertes que la Agencia de Alimentación y del Medicamento ha prohibido su importación.
Las comida más segura para los menores de cinco años, pues, es la comida blanda. Eso se debe a que a los niños le crecen primero los incisivos antes que los molares, es decir, que durante un tiempo pueden romper trozos de comida pero no machacarlos. Por ello, el 90 % de las muertes por atragantamiento relacionada con la comida entre niños de cinco años se debe a la “coordinación inmadura de ingestión”.
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