El estudio ha sido publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), y sugiere que los delfines emplearían un silbido único para identificarse entre sí y responden cuando escuchan ese sonido determinado, tal y como señala Vincent Janik, de la Unidad de Investigación de Mamíferos Marinos de la Universidad escocesa:
viven en un entorno en tres dimensiones en alta mar, sin ningún tipo de puntos de referencia y tienen que permanecer juntos como grupo (…) Estos animales viven en un entorno en el que necesitan un sistema muy eficaz para mantenerse en contacto.
Para llevar a cabo la investigación, los científicos utilizaron un grupo de delfines “nariz de botella” y grabaron el sonido con el que se identificaba a cada uno de ellos antes de situar altavoces bajo el agua para que los animales los escucharan. Los cetáceos sólo respondieron a su silbido, repitiéndolo, lo que en opinión de los investigadores supone la misma actitud de los humanos: cuando oyen su nombre, ellos responden.
Investigaciones anteriores habían descubierto que los delfines utilizan silbidos concretos, aunque ésta es la primera vez que se ha estudiado su respuesta ante su “nombre”.
La mayoría de las veces no pueden verse entre sí y en el agua no no pueden usar el olfato, que es un sentido muy importante para el reconocimiento de los mamíferos, y además no permanecen en un solo lugar, por lo que no tienen nidos o madrigueras a los que volver.
Curiosamente, los delfines no tienen cuerdas vocales a pesar de ser tan habladores: los sonidos proceden de los sacos presentes en sus espiráculos nasales (y producen hasta 1.200 por segundo).
Además, los delfines son capaces de jugar a cosas complejas, y poseen una especial capacidad para seguir órdenes humanas muy complicadas. Hasta son capaces de reconocerse en un espejo, algo que sólo es capaz de hacer el ser humano, el chimpancé, el bonobo y otros pocos animales más. También emplean herramientas: cuando cazan entre corales afilados sujetan trozos de esponja a sus hocicos a modo de mascarillas de protección.
Con todo, los delfines no son tan amables y pacíficos como se nos cuenta. Hay grupos de machos que violan a las hembras. Otros grupos de delfines son capaces de golpear marsopas hasta matarlas sólo por diversión. A veces, también practican el infanticidio, tal y como explica John Lloyd en El pequeño gran libro de la ignorancia (animal):
En un estudio completo sobre delfines salvajes que buscaban compañía humana, tres cuartas partes mostraron agresividad y la mitad se dejó llevar por una “conducta sexual desviada” con boyas, embarcaciones y humanos. Dado que el delfín mular macho mediano pesa 40 kilogramos y posee un pene sólo de 30 centímetros de largo que termina en un gancho prensil lo suficientemente ágil para atrapar a una anguila, no resulta muy deseable transmitirle señales equivocadas.
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