En la psicología social se conoce como “efecto espectador” a aquel fenómeno en el que las personas no ofrecen ninguna clase de ayuda a quien la necesita cuando otros están presentes, y los estudios que se han llevado a cabo al respecto certifican que, cuanta más gente rodee a alguien que requiera ayuda, menos probable es que la consiga y a la inversa.
Dándose cuenta de que se encontraba mal, decidió volver a casa; pero también se percató enseguida de que ya era demasiado tarde: no le dio tiempo a dar muchos pasos antes de caer prácticamente en el césped, presa de un ataque epiléptico. Las convulsiones epilépticas de Marina Castejón no son muy intensas y permanece consciente durante sus ataques, pero es incapaz de moverse a voluntad
Así, estuvo desmadejada en tierra durante unos minutos que parecían eternos, agitándose con un papel en la mano donde podía leerse: “Epilepsia”, mientras la multitud de asistentes al evento la rodeaban, pasaban junto a ella por su derecha y su izquierda e incluso los que formaban la cola próxima para utilizar los retretes la observaban en tal estado, como los demás, sin mover un dedo para prestarle ayuda.
Cuando la crisis terminó y la joven lloró “profusamente por el hecho de no haber podido levantarse ni hablar ni hacer absolutamente nada y que nadie le hubiese dicho: «Eh, ¿te pasa algo?, ¿necesitas que te eche una mano?»”. Despues le sobrevino una segunda crisis epiléptica, que fue “más épica todavía porque, no solamente le pasaron por la derecha y por la izquierda, sino que además le pasaron por encima literalmente”.
Cuando la segunda crisis concluyó y se dirigió, tambaleándose, hacia donde se encontraba la ambulancia y “los ambulancieros” para que la atendieran, asiendo del brazo a alguien de la organización en el último trecho para que la sostuviese y poder llegar mientras experimentaba una frustración y una tristeza del todo esperables, y la incomprensión de a quien no le cabe en la cabeza sufrir frente a tantísimas personas y que ninguna se dignase a auxiliarla.
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