Cuando nos hacemos una herida, muchos nos echamos un buen chorro de agua oxigenada. Entonces asistimos a una efervescencia y picor que siempre hemos asociado que una batalla sin cuartel entre los agentes infecciosos y los inmaculados guerreros oxigenados.
Sin embargo, esta imagen dista de ser real. Lo que sucede en verdad cuando nos echamos agua oxigenada es que las enzimas de la sangre burbujean, sí, pero lo hacen porque se están muriendo células: el flujo capilar se ve restringido y la curación se ralentiza. Entonces, ¿el agua oxigenada es una buena idea?
Lo que señala la Academia Americana de Dermatología es que no deberíamos rociar heridas abiertas con agua oxigenada. Porque el agua oxigenada daña el tejido: el picor que sentimos es señal de que una sustancia irritante está dañando las células de la piel.
El Centro de Control de Enfermedades desaconseja incluso rociar con agua oxigenada la piel y las membranas mucosas, en todos los casos. Porque el agua oxigenada ni siquiera es un buen antiséptico. El agua oxigenada que se usa en los hospitales tiene una mayor concentración como desinfectante, pero el agua oxigenada doméstica, no, y no mata a todos los gérmenes.
Tal y como señala Ken Jennings en su libro Manual para padres quisquillosos:
Así pues, si hay que rechazar el agua oxigenada, ¿qué es lo mejor para tratar cortes y rozaduras? Las pomadas antibióticas, como el Neosporín, aplicadas con venda, son adecuadas, pero los médicos afirman que lo mejor es rociar la herida con un primera lejano del agua oxigenada: el monóxido de dihidrógeno, excelente a la hora de prevenir infecciones y potenciar la cicatrización. La mayoría de las personas lo conoce como “agua”.
Tampoco soples, ni te lamas (los perros se equivocan)
Si tienes una herida, tampoco es buena idea soplársela, como hacía tu madre cuando eras pequeño. Sin duda, alivia el dolor, pero no es una buena idea a nivel de asepsia: la boca está repleta de bacterias. Si queréis alivio, mucho mejor hacerlo con un abanico o una cartulina.
Tampoco es buena idea lamer la herida tal y como hacen, por ejemplo, los perros, por la misma razón: la lengua está llena de bacterias. El perro encuentra satisfacción al lamerse porque la herida le pica, pero lejos de que la saliva pueda resultar cicatrizante, una boca en una herida es una mala idea.
Tampoco es buena idea dejar la herida al aire, para que se seque antes, como ya sugirió un estudio de 1962 realizado por el médico británico George Winter, publicado en la revista Nature. Winter hizo cortes en cerdos jóvenes, comparando la curación de las heridas cubiertas y las expuestas al aire.
Las células de la piel se regeneraban el doble de rápido en las heridas húmedas a las que no se permitía formar costra. (…) Ello implica que conviene mantener húmedo un corte, y cubrirlo al menos cinco días para que los vasos sanguíneos se regeneren y la inflamación subcutánea remita. Un medio seco mataría las mismas células que intentamos regenerar. Los ungüentos con antibióticos van bien al principio, pero hay pacientes que refieren efectos secundarios como hinchazón y picor si el uso es continuado, así que, en realidad, para curar una herida no hace falta recurrir a nada demasiado sofisticado. La Vaselina y otras marcas del mismo producto son más baratas y mantienen los cortes en buen estado de humedad.
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