La razón es que la luz artificial nos permitiría los ciclos de luz natural, que están sincronizados con nuestros ciclos de vigilia y sueño, gestionado por un reloj molecular que se encuentra presente en todas las células del cuerpo humano. A este desequilibrio entre los ritmos circadianos naturales del organismo y el entorno los científicos lo han bautizado como «desincronía circadiana».
Según Wyse, esta falta de sincronía afectaría a la salud porque altera los sistemas del cerebro que regulan el metabolismo, aumentando así las probabilidades de desarrollar obesidad y diabetes, tal y como señala:
La razón del aumento relativamente repentino de la obesidad en el mundo desarrollado parece no ser únicamente una cuestión de dieta y actividad física. Entran en juego otros factores, y entre ellos conviene tener en cuenta la desincronía circadiana. (...) La luz eléctrica permitió a los humanos infringir la antigua sincronización entre el ritmo del reloj biológico humano y el entorno; durante el último siglo, los ritmos diarios en los horarios de comidas, sueño y trabajo han desaparecido gradualmente de nuestra vida. El reloj biológico apenas puede seguir el patrón de nuestro estilo de vida, muy irregular. Considero que esto provoca problemas metabólicos y de otras clases en la salud y también incrementa la probabilidad de padecer obesidadEl reloj biológico está controlado por los genes, y unos individuos podrían ser más sensibles que otros a los efectos de la desincronía circadiana. Por ejemplo, los individuos originarios de regiones ecuatoriales podrían tener relojes biológicos muy regulares y, por lo tanto, ser más vulnerables a los efectos de dicha desincronía.
| Cordis
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