El riesgo de que un niño nazca autista se duplica ante la exposición de las mujeres embarazadas a las partículas finas contaminantes en el aire, como el polvo o el humo. Es lo que sugiere un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Harvard de Salud Pública y que publica la revista Environmental Health Perspectives.
Para llevar a cabo este estudio se analizó la descendencia de las más de 116.000 enfermeras estadounidenses que participaron en el estudio “Nurses' Health Study II”. A todas se les preguntó si tenían algún hijo afectado con un problema de autismo. De todo ese grupo, los investigadores identificaron 325 mujeres que habían tenido un hijo con autismo nacido después de 1987 (fecha a partir de la cual se contaba con información sobre la contaminación atmosférica) y 22.000 mujeres cuya descendencia no tenía este problema.
En el estudio también se tuvieron en cuenta los datos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU y de otras fuentes sobre los niveles de partículas finas de la contaminación atmosférica, y el lugar donde vivían tales enfermeras y así el nivel la exposición a estos contaminantes del aire antes, durante y después del embarazo. El tercer trimestre fue el período de más riesgo.
Tal y como concluye Marc Weisskopf, líder del estudio:
Nuestros datos aportan un apoyo adicional importante para la hipótesis de que la exposición materna a la contaminación del aire contribuye al riesgo de los trastornos del espectro autista. La especificidad de nuestros resultados para el período de embarazo y tercer trimestre, en particular, deja fuera muchas otras explicaciones posibles para estos resultados.
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