Meterte en la computadora. Literalmente.



¿Cómo se puede perder un niño dentro de un ordenador?

Sólo caben tres respuestas: o el niño es virtual, o el niño es muy pequeño… o el ordenador es muy grande. Y va a ser la tercera, porque por suerte o por desgracia aún no existe la tecnología de las películas de “TRON” que permite desintegrar a un ser humano e introducirlo en un universo de ceros y unos.

La solución está en remontarnos en el tiempo al año 1950, cuando los ordenadores eran grandes habitaciones en lugar de un pequeño cacharro que incluso podemos llevar con nosotros sin sufrir una hernia y necesitar un braguero de uralita.

Una vez que hemos viajado en el tiempo 62 años hacia atrás, ubiquémonos en el campus de la Universidad Estatal de Michigan.

Con el tamaño de un gimnasio y varias hileras de cabinas tan altas como una persona llenas de válvulas de vacío y demás antecedentes de los actuales chips, curiosamente todo aquello disponía de menos potencia de procesado que la que llevamos hoy día en el bolsillo dentro de un móvil.

Un niño de 10 años visitaba la universidad y decidió curiosear por el interior de aquel sótano lleno de puertas, tubos y cables. Se dio unos cuantos paseos por aquellas habitaciones tan raras hasta que se extravió y no encontraba la salida de aquel dédalo computerizado. Tardó un buen rato en encontrar la salida pero al final lo logró.

Estar dentro de la máquina” es ahora un concepto digital pero hubo un tiempo en que aquello constituía un auténtico riesgo físico. ─[The Next Web]


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