Mundo enfermo y triste.

No importa que tanto conocimiento acumules, siempre habrá un ignorante que me sorprenderá.
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El Titánic fue hundido por órdenes de los jesuitas.

Ahora que se cumple el centenario del hundimiento del Titánic hay infinidad de artículos, reportajes y programas sobre ese trágico suceso. Pero lo que nunca nadie ha podido mostrar es la supuesta “abertura” que el témpano de hielo provocó en el casco y que siempre se ha tomado como la causa segura del hundimiento del que fuera un famoso navío.

Ni siquiera los viajes al fondo del océano en submarino han podido traer una sola prueba, una sola foto de cómo se rasgó el acero y permitió la entrada de agua asesina. ¿Por qué? Porque eso nunca sucedió.

Ahora se conocen evidencias concretas que el choque con el hielo pudo haber sido circunstancial… o intencional para ocultar el estallido de explosivos colocados para enviar al fondo del mar a la nave… y a algunos de sus más conocidos pasajeros. Si algún día se puede penetrar la capa de sedimento que cubre la parte inferior del casco del Titánic, estoy seguro que no habrá ninguna rasgadura por hielo, sólo los agujeros característicos de explosiones internas y controladas.

En toda historia criminal hay que buscar a los más probables hechores, a aquellos que más se benefician de la comisión del delito y en el caso del Titánic son los jesuitas. Esos despreciables y macabros religiosos que buscan dominar al mundo y a su economía… así que detrás de la muerte de tantos en las frías aguas del Atlántico está el motivo más adecuado a esa orden religiosa: el dinero.

Es un hecho histórico y comprobado, pero poco conocido que personajes como John Jacob Astor, Guggenheim y Strauss (magnates de esa época) se oponían a la creación de un banco que centralizara y controlara la economía mundial. Así que tenían que morir… y que mejor forma de hacerlos “desaparecer” que en un “accidente”… que no despertara sospechas… y que permitiera que sus “muertes” se produjeran al mismo tiempo (todos los pájaros en un solo tiro)… y que además, se les recordara como “víctimas” de un naufragio y no cómo héroes de la libertad económica. Escenario digno de un complot maquiavélico.
Y sí, Astor, Guggenheim, Strauss y muchos otros personajes millonarios de la primera década del siglo XX eran pasajeros élite del Titánic. Mientras que J.P. Morgan, Robert Bacon y Henry Clay Frick cancelaron a última hora sus pasajes. ¿Suerte? Yo no lo creo, especialmente porque ellos fueron de los principales fundadores del banco que centralizó y controló la economía mundial: El Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos.

Junto a los hierros retorcidos del Titánic, en el fondo del mar quedaron los huesos de quienes pretendían mantener la libertad económica del mundo, mientras en la superficie miles de sotanas negras se beneficiaron del poder económico logrado mediante el asesinato masivo y a mansalva de por lo menos 1523 inocentes. Pero… ¿Para los jesuitas que son unos miles más de muertos, en nombre de su corrupción y carteras llenas de dinero sucio? Sólo un día más de trabajo.



Así que después de 100 años, se está levantando la sotana que cubre la verdad del hundimiento del barco “que ni Dios podría hundir”.

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