La afición por la comida picante tiene menos que ver con la tolerancia al ardor que ésta provoca y mucho más con la propia personalidad, según un nuevo estudio.
Investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania han encontrado que la pasión al chile se asocia a la sensación de búsqueda y recompensa, pero no encontraron pruebas de que los amantes del chile se insensibilicen con el paso del tiempo.
En lugar de mostrar una disminución en la respuesta a la irritación de la capsaicina (el componente activo de los pimientos picantes) como era de esperar, estos hallazgos apoyan la hipótesis de que las diferentes personalidades puedan manejar las diferencias de gusto y consumo de la comida picanteCitan los autores en la revista Food Quality and Preference.
Comemos lo que nos gusta y nos gusta lo que comemos, pero nadie se había molestado, directamente, en conectar estos rasgos de personalidad con las sensaciones en el consumo de chilesDice el autor principal, John Hayes.
El descubrimiento da una relación entre la sensibilidad al chile y el gusto a la recompensa, algo que no se conocía según Hayes, profesor asistente en el Departamento de Ciencia de los Alimentos de la Universidad Estatal de Pennsylvania.
Cerca de cien voluntarios tomaron muestras líquidas de capsaicina, manteniéndolas en la boca durante tres segundos antes de escupirla. Más tarde, se les pidió que calificaran la sensación de ardor y, en un cuestionario distinto, su gusto de varios alimentos.
Uno recoge la idea de que existen estímulos de recompensa, cosas que vas a buscar, otro la sensibilidad al castigo, una conducta que te hace evitarloLa falta de una conexión entre la desensibilización y el gusto por la comida picante había sido sugerida por una investigación anterior, pero este estudio añade más peso a esa idea.
Está bastante claro que no puede ser sólo la desensibilización, tiene que haber algún tipo de cambio afectivo, ya que no se trata sólo de que el ardor sea algo malo, sino que en realidad se aprende a disfrutar del ardorEl trabajo es parte de un estudio mayor que mira la genética en la sensación oral, se espera avanzar en la comprensión de por qué las personas difieren en sus preferencias alimentarias.
Esto incluso puede tener implicaciones para futuras intervenciones de salud pública alrededor de una alimentación saludable.
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