“Querida mamá: Te escribo esta carta para decir adiós y agradecerte que me dieras la vida. No llores, no quiero que estés triste, y quiero que recuerdes los días de sol y los momentos felices”. Esta es la nota que encontró una madre inglesa en el cuarto de su hijo Wesley, de 14 años, el pasado miércoles. “Pensé que iba a encontrar su cuerpo colgado de una viga”, dijo Vicki, la mujer, a la BBC.
La supuesta nota de suicidio era en realidad un ejercicio de clase, encomendado por el profesor de literatura. Wesley y sus compañeros tenían que escribir una carta simulando que tenían una enfermedad terminal y sólo les quedaban unas horas de vida. Dicho y hecho: “En mi funeral haz que todo el mundo sea colores brillantes (sic) y que recuerden mi personalidad”, escribía Wesley. La carta finaliza con un “estaré con el abuelo. Sé fuerte, hazlo por mí”, y seis besos y un corazón a modo de rúbrica.
“Creo que es un ejercicio perverso”, dice la madre, aún en estado de shock, tras buscar el cadáver de su pequeño por las habitaciones de la casa. El director de la escuela ha pedido disculpas a la familia de Wesley y al resto de los padres: “No era la idea crear estrés a los padres. Más bien lo contrario”. La tarea, explica el colegio, era parte de una lección de “arte expresivo”: “Un intento de animar a los jóvenes a expresar emociones y compartir con sus seres amados cosas que normalmente no dicen”.