Hace 8 millones de años hubo una evolución en los cánidos para que pudieran cazar y alimentarse de animales mucho más grandes. Por ello a los perros les gusta roer huesos, por que está en su genes, así como el comportamiento de correr tras una presa y sacudirla.
Un estudio de la Universidad Nacional de Colombia señala que la evolución de las mandíbulas de algunos cánidos los convirtió en hipercanívoros, es decir animales que se alimentan principalmente de carne fresca.
Los científicos estudiaron la evolución de cánidos, como lobos y zorros, para hallar el momento en que evolucionaron. Esto sucedió hace ocho millones de años, cuando el ambiente cambiaba y las sabanas y praderas se expandían, de acuerdo al portal de BBC MUNDO.
Esto obligó que otros mamíferos como caballos o cabras desarrollaran dientes y estómagos más grandes, por lo que crecieron en tamaño. Esto hizo que los cánidos se unieran y formaron grupos con estrategias que les permitieran asegurarse los alimentos.
Como eran animales grandes y fuertes, estos lobos, chacales o zorros desarrollaron mecanismos que soportarán el estrés sobre el cráneo y las mandíbulas debido al forcejeo con las pesadas presas.
En la mandíbula aparecieron dientes puntiagudos para perforar y sostener a la presa.
Este desarrollo evolutivo pasó a algunas especies de cánidos como el lobo gris, el ancestro directo del perro común de la actualidad.
Los procesos de domesticación no han quitado el instinto de cacería por ello los perros juegan cómo si estuvieran persiguiendo o mordiendo alguna presa, aunque no mantengan la misma fuerza que su antepasados.
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