En el año 2008, a la edad de 58 años, recorrió a pie la distancia que separa París de Pekín para llegar a la apertura de los Juegos Olímpicos
Philippe Fuchs, corredor del mundo |
Philippe Fuchs, corredor de ultramaratón, recorrió el mundo. Una aventura deportiva y humana que suscita una curiosidad y una solidaridad generalizadas. También ha sido una aventura científica, ya que ha ido acompañada de investigaciones sobre la resistencia y la biomecánica que desembocarán en la creación del modelo inicial de un pie virtual con múltiples aplicaciones.
Nos imaginamos a un corredor de maratón que, además, es ingeniero y da clases en la prestigiosa escuela Mines ParisTech como un hombre austero, centrado en su rendimiento y en sus investigaciones. Sin embargo, descubrimos a un hombre afable, más dispuesto a hablar sobre las personas y los paisajes encontrados por el camino que sobre sus hazañas. De hecho, Philippe Fuchs es un soñador y un caminante: recorre entre 50 y 70 km al día, no más.
«Si alguien quiere enseñarme algo, me paro. No me interesa la competición, sino los descubrimientos»
Comenzó a la edad de 36 años, planteándose el desafío de recorrer la distancia existente entre Nantes y Mont-Saint-Michel: «Fueron tres días. ¡Eso me pareció muchísimo en aquel entonces!», sonríe Philippe Fuchs. «Después, corrí durante diez días para llegar a una reunión familiar. Entonces fue cuando descubrí mi potencial. Las reacciones con las que me topé me hicieron ver lo original de mi actividad: normalmente, estos recorridos se hacen en bicicleta, a caballo, andando... ¡pero no corriendo!».
Posteriormente, suscitó el mismo asombro en todos los países que atravesaba: «La gente te acoge de forma muy afable porque has hecho un esfuerzo físico para ir a verles. En Escandinavia, cuando una tienda estaba cerrada, la volvían a abrir. A menudo, me han dado alojamiento los vecinos de un lugar».
Los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 fueron los primeros a los que acudió corriendo. En 1995, realizó un recorrido de 3.200 km hasta Cabo Norte, el punto más septentrional de Europa, antes de dirigirse al punto situado más al sur: Gibraltar. Para acudir a los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004, recorrió 2.400 km. Sin embargo el recorrido de París a Pekín era algo totalmente distinto: se trataba de atravesar países poco conocidos y el temible desierto de Gobi: «El principal riesgo allí es lesionarse. Hay que recorrer 700 km por pistas que parecen chapa ondulada, a 40 ºC en la sombra… ¡pero sin sombra!».
También allí recibió incesantes invitaciones y pasó la noche en yurts, «sin embargo, no debía entretenerme demasiado, ¡no podía llegar tarde a los Juegos!». Observó embelesado los pequeños pueblos situados a las afueras de la capital china, «totalmente fuera de las zonas de interés turístico, donde cientos de personas me esperaban a la entrada y donde siempre me animaban a lo largo del recorrido». Es cierto que hubo algunas dificultades en las fronteras, con la caravana que le acompañaba, con el material que permitía seguir su avance por satélite, lo que generó algunas dudas. Para atravesar la frontera entre Rusia y Mongolia, recibió ayuda de la universidad de Novosibirsk, el secretariado francés para los deportes y la embajada de Francia en China. Por fin, logró llegar a la Gran Muralla y a Pekín, con una escolta de siete policías, dos acompañantes, un conductor y una recepción en el ayuntamiento. ¡Un recibimiento por todo lo alto!
Durante toda esta epopeya, el corredor iba equipado con un material discreto, pero eficaz: «Hoy en día, disponemos de sensores muy exactos», afirma. «Cada cinco segundos, se medía mi ritmo cardíaco y los resultados se transmitían inmediatamente para analizarlos ese mismo día. Una suela especial medía la fuerza y la presión ejercidas en cada punto del pie con una precisión increíble». Un profesor de fisiología de Saint-Etienne ha estudiado los cambios de sus zancadas y ahora analiza su resistencia. Otro compañero de camino, el laboratorio de biomecánica de una importante marca de deportes francesa, emplea estos estudios para diseñar un nuevo tipo de zapatillas.
Por su parte, Philippe Fuchs trabaja con su socio, Dassault Systèmes, líder mundial en programas de diseño asistido por ordenador, especializado en simulaciones virtuales, y con el Institut des sciences du mouvement (Instituto de ciencias del movimiento) de Marsella para crear un modelo de su pie. Cuando este pie virtual esté listo y se celebre esta primicia mundial, resultará de gran utilidad en el ámbito sanitario, especialmente para los ejercicios de rehabilitación. A continuación, ya que el pie es un órgano especialmente complejo, será posible crear un modelo de todo el cuerpo. Se trata de importantes avances en campos hasta ahora poco explorados.
Philippe Fuchs sueña ahora con llegar a los Juegos Olímpicos de Londres. Esta distancia no supone ningún esfuerzo para él, pero ha convencido a los habitantes de su ciudad, Bures-sur-Yvette, una zona parisina, para que se unan a la aventura. El ayuntamiento siempre lo ha apoyado. «¡Hacer correr a los demás es aún más difícil!», sonríe. Philippe realiza conferencias en todo el mundo y escribe libros. Gracias a su página de Internet, permanece en contacto con las personas a las que ha conocido durante sus viajes. Además, cuenta con innumerables y hermosos recuerdos: «Las manadas de caballos del norte de Mongolia, los pequeños pueblos aislados en las montañas de Montenegro, las fiestas de los pueblos de las islas croatas bajo la luna… ¡Inolvidable!».- Sylvie Thomas
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