María Eugenia Ñúñez Puga fue víctima de un evento al más puro estilo de Pitufo Bromista, recordado por dar presentes que explotaban al abrirse, quien tras el incidente perdió dos uñas y se le quemó el cabello, además de lesiones menores. Se supone que la carta estaba firmada por el presidente del Comité Municipal del PRI en Cuautitlán Izcalli, Javier Núñez Núñez, quien, evidentemente, ya habló al respecto:
La guerra sucia no (es la primera vez que sucede), todo el tiempo la hemos recibido, sin embargo, de este tipo, de explosivos, pues sí es la primera vez que nosotros en el partido lo vivimos. Tratan de manchar desde ahora el proceso electoral, y eso que todavía ni siquiera inicia, pero los tiempos electorales nos hacen estar muy alertas para que este tipo de hechos los podamos estar previniendo, y en caso que sucedan, hacer lo mismo, orientar a la gente para que puedan denunciar.En este sentido, comentó que se está asesorando a la perjudicada para que presente la denuncia correspondiente, para que se dé con los responsables y los peritos determinen el material que se usó y sus alcances. Paralelamente, harán un comunicado a toda la militancia para que esté al pendiente, que no se confíe de cualquier sobre enviado por el PRI y sin remitente.
En tiempos de campaña uno se acostumbra a toda la propaganda negra, a las zancadillas que se meten unos a otros, incluso a los actos de presión casi acoso entre los militantes de los distintos partidos. Es como si se iniciara una especie de guerra de baja intensidad, todos los bandos deben permanecer alerta y no bajar la guardia. Los trapitos sucios serán sacados al sol, se busca comprar lealtades, líderes, si no les llegan al precio, siempre existe el recurso del chantaje. Hay agentes dobles o triples, rumores a cataratas, mucha presión.
Si los candidatos se dan hasta con la cubeta, dale, ya sabemos; si la propaganda negra corre a raudales, vale, ya sabemos que todos apestan; pero poner descaradamente en riesgo a los militantes o simpatizantes, eso me parece un exceso que no puede admitirse ni, mucho menos, normalizarse.
Las campañas ni siquiera empiezan y ya hay cosas que lamentar. ¿Esta es nuestra democracia? ¿Un montón de viejas verduleras que se desgreñan a la menor provocación? ¿Hasta cuándo los partidos políticos podrán actuar ya no digamos con madurez -que es mucho pedir-, al menos con sensatez? Y luego se sorprenden que los ciudadanos de a pie estemos asqueados de todos, absolutamente todos.
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