Un jugador de fútbol de salón, ensartado por una astilla de medio metro

"La verdad es que he tenido mucha suerte", resume Jose P., un joven empresario barcelonés de 26 años al que su afición por el fútbol de salón le pudo costar la vida.

El pasado sábado, Jose acudió con sus compañeros de equipo de fútbol de salón, el de la Peña Sang Culé del FC Barcelona, al pabellón municipal del barrio de Sant Ildefonso de Cornellá de Llobregat (Barcelona). Partido de la división Preferente. Su rival, en teoría, el Club Cornellá, aunque, a la postre, su peor enemigo fue el terreno de juego. En el minuto 18 del encuentro, cuando los azulgrana ganaban por 0 a 2, Jose P. realizó una incursión por la banda derecha, se zafó de un rival con un autopase y al llegar a la esquina del córner se deslizó por el suelo para hacer un centro con su pierna diestra y... aquí se acabó el partido; se suspendió. Por una razón del tamaño de una banderilla de tauromaquia.

Al arrastrarse por la duela para alcanzar el balón Jose fue "corneado" en su muslo izquierdo por una astilla de unos cuarenta centímetros que se desprendió de la duela. Él y el resto de allí presentes se quedaron lívidos. La fortuna quiso que lo de Jose se quedara en mera anécdota. La astilla, se quedó ensartada en su muslo, con trayectoria de entrada y salida, pero sólo tuvo afectaciones superficiales, en la piel. No le dañó ni el hueso, ni el músculo, ni una arteria, ni un nervio. Ingresó en el Hospital de Bellvitge de L'Hospitalet de Llobregat con «un cuerpo extraño en la pierna» —como reza el parte médico— y salió después de que se lo extrajeran y limpiaran la herida. Aún lleva un drenaje, está de baja, pero se recupera en casa. "Las enfermeras se hacían fotos conmigo porque nunca habían visto nada igual", explica Jose al diario ABC.

Denunciable

Pasado el trance, nuestro futbolista, asistido también por el seguro de la Federación Catalana de Fútbol y agradecido a su club por el apoyo recibido, sopesa ahora presentar una denuncia para reclamar por los daños. Le mueve, básicamente, su voluntad de que el suceso no pase inadvertido y sirva de aviso. Hay miles de pistas de duela en España y, como la de San Ildefonso de Cornellá, son transitadas a diario por centenares de deportistas: profesionales, «amateurs» y escolares. "Hubiera podido pasar algo muy grave".

"En Brasil un jugador murió por esto", advierte. Alude a la triste historia de Robson Rocha, un jugador de fútbol sala de 23 años que en marzo de 2010 falleció en Paraná, Brasil, cuando al deslizarse por el piso de una pista una tabla de la duela desprendida se le clavó. Le perforó la pierna derecha y el abdomen, afectándole el intestino. Se lo llevaron de la pista consciente, le operaron en un hospital, pero al día siguiente murió.

"El Ayuntamiento se ha portado bien. Me llamaron para saber cómo estaba, pero entiendo que ellos deben asumir su responsabilidad", alega Jose. Fuentes del Consistorio señalaron a ABC que el desperfecto en la duela ya ha sido reparado y que técnicos de la empresa instaladora del entarimado se citaron con responsables del ayuntamiento para comprobar «in situ» cómo estaba. «El pabellón lleva toda la semana funcionando con normalidad», añadieron dichas fuentes, quien añadieron que el Ayuntamiento de Cornellá pedirá las oportunas explicaciones a los responsables de colocar la duela.


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