¿Dawkins el teólogo?

Un apologista católico, Bruno Moreno Ramos, escribe en su blog Espada de doble filo, en InfoCatólica, con tono falsamente ligero, molesto porque “en el Museo de Ciencias Naturales” (vaya a saber de qué lugar) donde ha llevado a los niños a pasear se ha encontrado con “multitud de animales disecados, desde minúsculos escarabajos hasta elefantes y rinocerontes”, y “esqueletos”, hasta incluso el de una ballena azul, pero además de tan edificantes objetos, hay al final del recorrido una pequeña librería con libros de Richard Dawkins.

… observé con sorpresa que vendían nada menos que cinco libros de Dawkins. Es decir, un número enorme en comparación con el pequeñísimo tamaño de la librería, que no sé si igualaría algún otro autor.


Los libros que se vendían de Dawkins eran:


- El gen egoísta


- El espejismo de Dios


- El cuento del antepasado


- La magia de la realidad (para niños)


- Evolución


Resulta llamativo que alguien no se dé cuenta de que estos libros no pintan nada en una colección de libros científicos, porque son libros de Teología.
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Dice el dicho que el que sólo tiene un martillo ve todos los problemas como clavos. La única herramienta que parece tener Moreno Ramos en su caja mental es la pseudofilosofía llamada teología, que a partir de una presunción totalmente sin base construye majestuosas catedrales de pensamiento con apariencia de profundo saber.



El espejismo de Dios (horrible título con el que se tradujo The God Delusion al castellano) no tiene mucho que hacer en la pequeña librería de un museo de ciencias naturales, aunque no está de más su capítulo dedicado exclusivamente a la refutación del creacionismo. No he leído La magia de la realidad, pero todas las reseñas que he visto excepto las de fanáticos religiosos y de los blandos y románticos defensores del mito dicen que es bueno y aconsejable para los niños: muestra cómo distintas mitologías, la cristiana incluida, explican o explicaron preguntas acuciantes como la creación del mundo, la aparición y variedad de la vida, o el mecanismo del rayo. Tampoco sé qué libro será Evolución: Dawkins jamás escribió uno con ese título. El gen egoísta es viejo pero muy bueno, no para los niños, obviamente, debido a su nivel. El cuento del antepasado es una obra maestra. Ninguno de estos dos últimos, como tampoco los muchos otros libros que Dawkins escribió con excepción de El espejismo…, dedican más que notas marginales, si acaso, a la cuestión de si Dios existe o no.



Pero estoy seguro de que Bruno Moreno Ramos, quizá instruido por su confesor o simplemente llevado por su prejuicio irracional, no ha leído ni uno solo de estos libros, o a lo más los ha hojeado con displicencia. Ni Dawkins, más famoso por su ateísmo que por su mucho mayor y mejor producción científica, ni su archirrival el extinto Stephen Jay Gould, más conciliador a nivel religioso, dieron jamás lugar a Dios en sus planteos científicos, aunque ambos lucharon denodadamente contra la plaga oscurantista del creacionismo, de raíz cristiana evangélica principalmente. La Iglesia Católica, sin embargo, también impulsa una teología creacionista, de aspecto más sofisticado pero basada en la misma premisa indemostrable: que Dios dirige la evolución. El catolicismo no puede escapar de esto porque de lo contrario estaría ante un dios indistinguible de la nada e indiferente al sufrimiento de sus criaturas.



Sin conocimiento alguno de la ciencia, Moreno Ramos —¡igual que tantos otros!— descarta la ciencia de Dawkins porque la ciencia, sin esfuerzo ni intención explícita, acorrala a su dios en un lugar pequeño y cada vez más irrelevante. Una lástima por él y por sus hijos.

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